LA MARIPOSA Y LA BRISA: RECORDANDO AL BEASTIE BOY MCA.
“Una mariposa flota en la brisa de un día luminoso
mientras siento esta realidad desvanecerse dulcemente”
mientras siento esta realidad desvanecerse dulcemente”
~ Adam Yauch.
Por John Schrei
Elephant journal
4 de mayo de 2012
Elephant journal
4 de mayo de 2012
Cuando aquellos de nosotros que estamos profundamente tocados por una persona, somos colocados en la desafortunada posición de tamizar los recuerdos de ellos demasiado pronto, puede ser difícil poner esos recuerdos en algún tipo de orden o garantizar que alguno de ellos tenga soberanía sobre los otros.
Sin embargo si tuviera que escoger un recuerdo del Beastie Boy, Adam Yauch, con quien tuve la fortuna de trabajar por algunos años, sería en el detrás de la escena del primer Concierto por la Libertad Tibetana, en el Golden Gate Park, en 1996.
Yauch había trabajado durante meses reuniendo lo que parecía imposible: un espectáculo a beneficio en medio del cinismo de mediados de los 90, y no solo un espectáculo benéfico sino uno que atrajera a cientos de miles de personas y a los nombres más grandes del rock… y ayudara a la gente de una nación de Asia central que –en ese tiempo- muy pocos estadounidenses siquiera habían escuchado hablar de ella.
El ex prisionero político tibetano, Palden Gyatso, fue el orador principal en el concierto. La vida de Gyatso fue una gran tragedia, encarcelado en la protesta no-violenta de 1959, pasó 33 años en una prisión china en horribles condiciones. Fue torturado con vidrios rotos, privado de alimentación, y expuesto a la picana eléctrica. Solo su fe en el Dalai Lama y los principios de la no-violencia, dijo después, lo mantuvieron suficientemente fuerte para soportar todos esos años.
Después del concierto, todos nos paramos en un círculo detrás del escenario. Gyatso tomó las manos de Adam y le ofreció una bufanda ceremonial blanca –kata- y habló.
Expresó su incredulidad de que Adam hubiera reunido a decenas de miles de personas por la causa del Tíbet.
Dijo que durante todos esos años en los que había sufrido en prisión, él había soñado que un día como ese sería posible.
“Ahora mi alegría es completa”, dijo. “Ahora, verdaderamente puedo morir en paz”.
Los dos presionaron sus frentes en un signo tradicional tibetano de respeto. Vi –a través de mis propias lágrimas- lágrimas también en los ojos de Adam, y debajo de las lágrimas, una expresión de asombro, seguida rápidamente por una reverencia más intensa de la cabeza.
En ese momento, mientras Adam sentía la real magnitud de lo que había llevado a cabo y aun agradecía ese sentimiento con humildad y reverencia, vi su corazón. Era –y es- un noble y humilde corazón.
Fue la visión de Adam, su insistencia en la verdad, su instalación en un negocio que tiende a destruir más a la gente que a hacerla más íntegra, su calmo corazón sabiendo lo correcto para hacer y la correcta forma de ser, lo que permitió que un cambio tan positivo fuera posible y que miles y miles de vidas fueran transformadas.
A través de las acciones de Yauch, el Tíbet como una cuestión vital creció en la conciencia colectiva, fueron generadas las bases de un movimiento que es todavía próspero. Como resultado de esta ola de conciencia, que tuvo como semilla su visión, fueron liberados prisioneros políticos, represas perjudiciales y proyectos de minería fueron detenidos, y una nueva generación de jóvenes tibetanos ha sido facultada para dirigir.
A través de su ejemplo, miles de jóvenes fanáticos de la música también comenzaron a explorar un estilo diferente de vida, un giro de conciencia desde las tendencias destructivas hacia la práctica espiritual.
Viendo los posts en los blog de yoga de hoy, recordé ser abordado por un joven devoto Hare Krishna, durante la eclosión de mediados de los 90 del Concierto por la Libertad Tibetana. En lugar de preguntarme si había oído hablar del Bhagavad Gita, él comenzó con la insólita: “¿Has oído hablar de losBeastie Boys?”
Pocos de nosotros en esta vida sabemos qué es lo que verdaderamente nos transforma, o a otro ser humano, y mucho menos llevar una luz apreciable para cambiar el mundo.
La transformación de Yauch de chico malo fiestero, rapero y rockero en un practicante budista y un defensor de los derechos humanos, podría haberlo dejado abierto al desprecio en una industria que se deleita en convocar a la hipocresía. Pero Adam neutralizó tal desprecio al vivir fielmente sus palabras. El budismo no era para él una moda pasajera o un interés pasajero, se convirtió en el punto central de su vida.
Renunció a muchos de los adornos de la vida de estrella del rock, en favor de la meditación. Él buscaba genuinamente seguir las palabras y enseñanzas del Dalai Lama, por quien sentía una reverencia que era hermoso contemplar.
Como sucede con aquellas almas cuya presencia en esta vida es un verdadero punto central de fuerza centrífuga, él atrajo a otros a su órbita y los hizo mejores por ello.
Adam no solo se transformó a sí mismo. Serena, suave y hábilmente insistió para que todos seamos mejores personas también.
Conocí a Adam, tres años antes en Nuevo México a través de un amigo mutuo. Varios de nosotros íbamos camino a Chaco Canyon. Recuerdo escuchar una mezcla –sí, una mezcla- que Yauch había hecho. Era todo Curtis Mayfield y los Ojays y los Whatnaughts y otros souls de los 70. Nos burlamos de él sobre el hecho de que cada pista tenía 70 años más que la anterior. Él se rió y señaló que los 70 volverían a lo grande.
Por supuesto, no era que los 70 estaban destinados a volver; era que él personalmente los traería de nuevo.
Saltamos un acantilado en un lago local, condujimos a través de ruinas indias, nos detuvimos y meditamos en una kiva e hicimos skate en una ruta de un solo sentido. Esa noche, acampando bajo las estrellas, Yauc –el verdadero neoyorquino- nos dio a los nuevos hippies de Nuevo México una reprimenda por poner aguacates sobre un pan. En su libro, esto era como una blasfemia.
En el largo camino de vuelta a la ciudad, Yauch estaba en el asiento delantero mirando por la ventana, el ondulado paisaje de Nuevo México, y recuerdo preguntarle en qué estaba pensando.
“Estoy pensando en empezar algunas rimas para el próximo álbum sobre la naturaleza del bodhisattva”.
¿Quién más sino Adam podría rimar sobre Shantideva en un lanzamiento importante del sello y de algún modo hacerlo bueno? ¿Quién podría plantar esa semilla de positivismo en un tiempo que el rap era todo prostitutas y armas?
¿Quién podría moverse con tanta habilidad, flotar tan fácilmente?
¿Quién si no la mariposa?
A través de Adam, miles de personas estuvieron conectadas a la validez de una vida positiva. En un tiempo que muchos de nosotros estábamos dudosos de sentir otra cosa que cinismo o la duda, o estábamos inclinados a usar la apariencia de la disociación y el desafecto, Yauch nos mostró que está bien preocuparse.
En ese tiempo, luchando con mi propia formación espiritual, encontrando mi propio equilibrio –o su falta- entre el rock and roll y la espiritualidad, entre el exceso y la introspección, hubo momentos cuando resentí de Adam sus aparentes niveles de paz y dedicación sin esfuerzo.
Años más tarde, cuando al final las escalas de mi vida se han inclinado profundamente en favor de lo espiritual como un todo, lo amo y lo respeto mucho por haber allanado el camino. No muchos de nosotros podemos decir que hemos mirado todo lo que este mundo tiene para ofrecer –todas las luces inmediatas, todas las campanas y las sirenas y las grandes seducciones- y elegido simplemente, la paz.
Adam Yauch lo hizo, y el mundo es un lugar mejor porque él lo hizo.
Regocijémonos en una vida bien vivida, un corazón bien abierto, una transformación completa. Regocijémonos en todo lo que él hizo por el Tíbet, y por la música y por todos aquellos que están tratando de transformarse positivamente en esta vida.
Así la mariposa flota en la brisa, así la realidad se desvanece… en la gran Realidad.
Te amo Adam.
En este link podéis ver la noticia de su fallecimiento:
Murió Adam Yauch de los Beastie Boys | Beastie Boys | Noticias | MTVLA -http://www.mtvla.com/noticias/ beastie-boys-adam-yauch-mca- muerte-noticia/
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