DESDE EL MONASTERIO TIBETANO, CORAZÓN DE LAS AUTO-INMOLACIONES: UNA EXPLICACIÓN
The New York Times | 2 de junio de 2012
DHARAMSALA, India – Un joven monje tibetano caminó calle abajo pateando vehículos militares chinos, luego dejó una nota suicida condenando una prohibición oficial sobre una ceremonia religiosa. Otro de sonrisa frecuente, prefería hablar sobre el budismo en vez de política. Un tercer hombre, ex monje, gustaba de criar animales con los nómades.
Todos habían usado los hábitos carmesí del monasterio de Kirti, una venerable institución de aprendizaje, rodeada de montañas en el borde oriental de la meseta tibetana. Todos se prendieron fuego en protesta contra el gobierno chino. Dos murieron.
Al menos 38 tibetanos se han prendido fuego desde 2009, y 29 han muerto, según la Campaña Internacional por el Tíbet, un grupo de apoyo con sede en Washington. Los aproximadamente 2000 monjes del monasterio de Kirti en la provincia de Sichuan, han estado en el centro del movimiento, una de las olas de auto-inmolaciones más grandes de la historia moderna. Los actos evocan las auto-inmolaciones de los tempranos 60 de monjes budistas de Vietnam del Sur, para protestar contra el gobierno corrupto de Saigón.
Veinticinco de los auto-inmolados provenían de Ngaba, el condado donde se ubica Kirti; quince eran jóvenes monjes o ex monjes de Kirti, y dos eran monjas del convento Mame Dechen Chokorling.
Las unidades paramilitares chinas están ahora apostadas en cada cuadra de la ciudad de Ngaba, y Kirti está bajo bloqueo. Los periodistas están impedidos de entrar al monasterio, lo que ha hecho de la cuestión de cómo KIrti se ha convertido en el corazón volcánico de esta erupción de auto-inmolaciones, algo parecido a un misterio.
Pero los monjes y los laicos de Ngaba que han huido a través de los Himalayas a esta ciudad de montaña india, dijeron que Kirti se había radicalizado en los últimos cuatro años por una ocupación del monasterio que significó uno de las más duras represiones en Tíbet. Las medidas de la seguridad china han convertido al monasterio de muros blancos con sus templos y dormitorios y filas de ruedas de oración, en una prisión de facto, lo que ha alimentado la ira, que las medidas están dirigidas a contener.
Luego de cinco semanas de pausa, las auto-inmolaciones se reanudaron la semana pasada. El 27 de mayo, dos hombres en Lhasa, la capital tibetana, se prendieron fuego fuera del templo Jokhang, el más sagrado del budismo tibetano. Fue el primer acto notable de protesta en Lhasa, en cuatro años. Uno de los hombres era un ex monje de Kirti.
El miércoles, una madre de tres niños, se prendió fuego y murió en Ngaba, conocido como Aba, en chino.
Aquí los exilados de Ngaba dicen que las medidas de seguridad impuestas sobre la ciudad y el monasterio han sido extremas, incluso para los estándares de control chinos en Tíbet.
En 2008, durante un levantamiento a lo ancho de Tíbet, las fuerzas de seguridad abrieron fuego sobre los manifestantes en Ngaba con munición de guerra, matando al menos a 10 civiles, incluido un monje, según los informes de grupos de defensa y fotografías de cuerpos que habían sido traídos a Kirti. Fue uno de los incidentes más violentos del levantamiento, y la ira y la alienación se extendieron entre los tibetanos locales. Los oficiales estrecharon la seguridad.
En febrero de 2009, en el área del mercado de la ciudad, un joven de Kirti se auto-inmoló, fue el primer monje en hacer eso en la moderna historia del Tíbet. El monje, llamado Tapey, sobrevivió, y los oficiales incrementaron la vigilancia de Kirti. En marzo de 2011, ocurrió la siguiente auto-inmolación: Phuntsog, de 20 años, se prendió fuego en la misma calle del mercado, la que los locales llaman ahora Camino del Héroe.
Los tibetanos locales dicen que la reacción de mano dura de las autoridades en los seis meses siguientes después de ese incidente, fracasó, alentando la continuación de las auto-inmolaciones. Los oficiales chinos ordenaron a la Policía Popular Armada rodear el monasterio; construyeron un muro para cortar una entrada trasera; prohibieron todas las actividades religiosas; rompieron las fotos del Dalai Lama, el líder espiritual tibetano; forzaron a los monjes a asistir a sesiones de reeducación patriótica; cortaron el acceso a Internet; y prohibieron entrar a los peregrinos. Ellos también se llevaron a 300 monjes en una noche de allanamiento; muchos de ellos no han retornado.
Kanyag Tsering, un monje de Kirti en el exilio, quien mantiene contacto con sus colegas en Ngaba, dijo que alrededor de 300 oficiales viven ahora dentro del monasterio para mantener la vigilancia. El verano pasado, en el punto más alto de la campaña de reeducación patriótica, quizás había dos veces esa cantidad.
Otro monje de Kirti, Lobsang, dijo que la policía paramilitar había establecido cuatro campamentos alrededor del monasterio.
“Lo más incómodo fue ver a los soldados apuntando sus armas hacia ti pero no disparándote”, dijo Lobsang, quien llegó recientemente aquí y acordó hablar con la condición de solo su primer nombre fuera usado. “Esto ha sido diariamente desde 2008. Para mí, hubiese preferido que me dispararan en lugar de que apuntaran sus armas hacia mí cada día, 24 horas al día”.
Él dijo que no parece que haya habido ninguna coordinación ni un plan organizado para las auto-inmolaciones.
“Creo que aquellos que se auto-inmolaron no tenían un acuerdo oficial, sino que hubo una solidaridad espiritual entre la gente” dijo. “La energía del pueblo tibetano está totalmente ligada, como un brazalete de cuentas de oración. Tú no puedes encontrar ni el final ni el principio porque es un círculo”.
Los oficiales chinos han condenado algunos de los auto-inmolados como “terroristas” y culparon al Dalai Lama por incitar los actos, un cargo que él ha negado.
Investigadores de Human Rights Watch atribuyen mucho de la frustración en Ngaba a la asfixiante seguridad y a las “provocativas técnicas policiales”. El grupo encontró que los gastos per cápita del gobierno en la seguridad de Ngaba, entre 2002 y 2006 fueron tres veces más que el promedio para las partes no tibetanas de la provincia de Sichuan. Hubo un rápido incremento después de 2006, y para 2009 fue cinco veces más que para las áreas no tibetanas.
Los altos oficiales han señalado su aprobación a la operación de seguridad. En febrero, el jefe del partido de Ngaba, Shi Jun, fue promovido a líder de la oficina de seguridad pública de Sichuan.
Un ex monje con quien Lobsang tenía lazos cercanos, Rinzen Dorje, fue uno de los que se sintieron sofocados por la seguridad. Él dejó el monasterio de Kirti en 2010 para pastorear animales y hacer labores manuales, se prendió fuego en una escuela primaria una noche de febrero. Lobsang lo vio por última vez en julio.
“He told me he felt very uncomfortable and had headaches when he saw the atmosphere in Ngaba town,” Lobsang said.
“Él me dijo que se sentía muy incómodo y que tenía dolores de cabeza cuando veía la atmósfera en la ciudad de Ngaba”, dijo Lobsang.
Ese también fue el caso de Tapey, el primer monje en auto-inmolarse, dijo Lobsang. Dos días antes de su inmolación en 2010, Tapey fue caminando entre los camiones militares y pateándolos.
“Él estaba intencionalmente tratando de provocar a los soldados” dijo Lobsang. “Yo me pregunté a mí mismo ‘¿Qué sucede? ¿Qué está mal con él?’ Ese día él estaba realmente diferente, y en sus ojos pude ver como odiaba a los militares”.
El 27 de febrero de 2009, un alto lama le dijo a una asamblea de monjes, que Kirti tenía que cumplir con órdenes oficiales de cancelar una importante ceremonia de oración, agendada para ese día. Tapey se prendió fuego en el mercado, media hora más tarde, habiendo dejado una nota diciendo que él se suicidaría si el gobierno prohibía la ceremonia, dijo Lobsang.
“La gente respeta mucho su motivación y el precio que el pagó por la libertad”, dijo Lobsang.
El siguiente monje que se auto-inmoló, Phuntsog, nunca parecía estar de mal humor, dijo Lobsang, quien había estudiado con él. Phuntsog gustaba de bromear y jugar con sus amigos, mostrando a menudo sus bíceps tras flexionarlos.
“Yo nunca escuché ninguna agenda política expresada por Phuntsog” dijo Lobsang. “La acción que él tomó es inimaginable para mí. Pero, por supuesto, podemos ahora entender cuántas cosas él debió esconder en su interior”.
Después de esa auto-inmolación, las autoridades comenzaron una intensa campaña de reeducación y bloquearon el monasterio por medio año. Eso condujo a la radicalización de más monjes. Uno de los más tensos momentos llegó en abril de 2011, cuando los oficiales buscaron detener a monjes que no eran de Ngaba. Los residentes de la ciudad intentaron bloquear a la policía y dos tibetanos mayores fueron golpeados hasta la muerte, según la Campaña Internacional por el Tíbet. Los oficiales se llevaron 300 monjes.
En agosto, una corte sentenció a tres monjes a más de una década de prisión, dos de ellos por estar involucrados en la auto-inmolación de Phuntsog y uno, un tío de Phuntsog, por rehusarse a devolver su cuerpo a la policía en el momento.
Un día en setiembre, después que los oficiales habían suavizado algunas restricciones sobre Kirti, dos monjes corrieron hasta el mercado al mediodía, con sus hábitos en llamas. Uno sostenía la prohibida bandera tibetana del león de nieve. Antes de colapsar, uno de los monjes, Lobsang Kelsang, un hermano menor de Phuntsog, gritó: “Nosotros somos los acusados”.
El incidente fue descripto por un testigo que llegó a Dharamsala esta primavera. “Debido a los juicios injustos, las políticas represivas y la discriminación, por todas esas cosas, el pueblo tibetano se siente aislado” dijo. “Las auto-inmolaciones no son el final. Esto es solo el comienzo”
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