viernes, 1 de febrero de 2013

Mi Sobrino Se Autoinmoló Por El Tíbet

TheWashington Post

Por Tsering Kyi
29 de enero de 2013
Tsering Kyi es una periodista, escritora y blogger tibetana, ex Miss Tibet. Escapó del Tíbet hacia el exilio en 1999. Esta pieza ha sido traducida del tibetano al inglés por Dhondup Tashi Rekjong y Tenzin Dickyi.
La tempranera llamada de mis parientes de Tíbet, me despertó en mi departamento de Washington DC. Escuché gente llorando, y gritando y sonidos de protesta en el dialecto de Amchok, mi pueblo en el este del Tíbet.
“Muchachos no estén tristes, sean fuertes, recorran este camino, caminen hacia adelante. Om Mani Padme Hum, piensen en Su Santidad el Dalai Lama”. Nadie me estaba hablando. Solo confusión del otro lado de la línea. Supe que algo terrible había ocurrido.
Llamé a otros aldeanos que me dijeron, “el amado hijo de tu hermano ha muerto”.
“¿Qué?”
“Tu sobrino se prendió fuego en la calle Amchok a las 2 de la tarde de hoy”.
El 12 de enero, mi sobrino Tsering Tashi se convirtió en el primer autoinmolado tibetano de 2013. Él se unió a los casi 100 tibetanos de Tíbet que se han autoinmolado desde 2009 en protesta contra el gobierno chino. Sus demandas son claras: libertad y el retorno del Dalai Lama. La trágica ola de autoinmolaciones encarna el sufrimiento del pueblo tibetano bajo el dominio chino, y su lucha por una patria tibetana libre.
¿Cómo se le ocurrió tal idea a mi humilde sobrino? Fue solo unos días atrás que hablamos por teléfono. Él me dijo medio en broma, medio en serio, “te veo a menudo por TV, pero tu pelo está tirado hacia atrás y tu rostro parece una luna. ¿No tienes algunas lindas chupas(vestimenta tradicional tibetana) para usar?
Bromeé con él también diciéndole que él debería hacerme unas nuevas chupas en Kachigar (chino: Linxia). Esa fue mi última conversación con él.
No había visto a mi sobrino ni a otros miembros de mi familia desde 1999, cuando escapé de los chinos y hui a través de los Himalayas, llegando a India como una refugiada. Más tarde me mudé a Estados Unidos, donde ahora trabajo como periodista.
Mi sobrino Tsering Tashi tenía solo ocho años cuando abandoné mi hogar. Como yo recitaba el alfabeto tibetano Ka, Kha, Gha, Nga, en casa, él me llamaba “hermana Ka-Kha”.*
En la mañana del día en el que se prendió fuego, le dijo a su madre “voy a usar mi chupa hoy. ¿Cuál es la mejor?”.
“Está bastante frío, ponte la gruesa” dijo su madre.
Usando su gruesa chupa, le pidió a su amigo pastor que le cuidara su yak y su oveja.
“Tengo un trabajo importante en la ciudad. Volveré”. En los pliegues de su ropa de lana, llevaba una botella de gasolina que los otros no vieron. Apagó su teléfono móvil. Y entonces encendió un cerillo.
Mi sobrino, en su gruesa chupa de lana, fue visto en el pueblo envuelto en llamas y gritando el nombre de Su Santidad el Dalai Lama. Él cayó al piso al menos una vez, antes de levantarse de nuevo y correr, hasta que vio a la policía y el ejército. De algún modo, logro entonces alejarse antes de caer otra vez y morir minutos más tarde.
Los tibetanos tiraron piedras para mantener a la policía y el ejército lejos del cuerpo de mi sobrino, lo máximo que pudieron.
Mi hermano fue llamado para identificar al autoinmolado. Apenas fue capaz de mirar a su cuerpo desfigurado, identificó a su hijo por la forma de su rostro. Mientras algunos tibetanos fueron a buscar un auto para transportar el cuerpo, otros continuaban manteniendo a la policía china a raya. Finalmente, ellos llevaron el cuerpo a casa en procesión.
La policía bloqueó el camino de los monjes del monasterio local que intentaban llegar a rezar donde estaba el cuerpo de mi sobrino. Cuando llamé a casa, me fue dicho que autos de la policía estaban estacionados en las calles que conducen a nuestra aldea. Ellos hacían volver a cada uno de los que llegaba a ofrecer las condolencias.
Un familiar anciano me dijo, “ellos nos ordenaron hacer un rápido funeral sin monjes. Nosotros tenemos nuestra tradición tibetana de hacer los arreglos para un funeral: informamos al monje principal, entonces los monjes vienen a rezar, y realizamos la ceremonia y hacemos ofrendas al monasterio. Pero la policía está viniendo aquí una vez y otra vez, diciendo que debemos hacer el funeral de inmediato”.
¿Cómo puedo vivir con el hecho de que mi amado sobrino se quemó hasta quedar irreconocible? ¿Cómo puedo consolar a su esposa que se ha convertido en viuda, y a mis padres cuyos corazones están rotos? ¿Cómo puedo consolar a mi hermano, impedido por las autoridades chinas de dar a su hijo un funeral apropiado?
A pesar de la inmensidad de su propia congoja, mi hermano intentó confortarme. “No te preocupes” dijo. “No creo que mi amado hijo haya muerto sin sentido ni razón”.
En el fondo, también creo que las llamas que se elevaron desde el cuerpo de mi sobrino iluminarán nuestra lucha por libertad y llevarán un rayo de esperanza a mi sufrida patria.
Mi querido sobrino, tu hermana Ka-Kha siempre guardará tus últimas palabras en su corazón. Descansa en paz, mi querido sobrino, ahora separado para siempre de mí, no sé si esto es real o es una ilusión. Te he llevado en mi corazón por más de 13 años. Recordaré tus ojos y tu voz cuando llamabas a tu hermana en casa, e imaginaré, mi amado sobrino, que sigues viviendo.-
* Al ser muy escasa la diferencia de edad entre ambos, el sobrino llamaba a su tía, hermana

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