¿Qué es la Ética Secular?
Su Santidad el decimocuarto Dalai Lama ha dicho que "en el mundo secular de hoy, que sólo la religión ya no es adecuada como base para la ética... que cualquier respuesta basada en la religión para el problema de nuestro abandono de los valores internos no puede ser universal, y será inadecuada. Lo que necesitamos hoy es una aproximación a la ética que no recurra a la religión, y pueda ser igualmente aceptable tanto para los que tienen fe, como para los que no: Una ética secular"
Si ampliamos nuestro examen de "ética secular" más allá de su caracterización por el Dalai Lama, se le puede considerar una parte de la filosofía moral. Un especialista en ética secular considera los sistemas éticos como distintos, y en ocasiones opuestos a la ética que se forma por la orientación religiosa o revelación sobrenatural. A pesar de la gran variedad de puntos de vista filosóficos adoptadas por los especialistas en la ética secular, por lo general comparten uno o más de los siguientes principios: que los seres humanos, a través de la capacidad humana innata para la empatía y la compasión, son capaces de determinar la conducta ética en la vida, que a través del el uso de la lógica y de la razón, los seres humanos son capaces de derivar principios normativos de la conducta; que los seres humanos tienen una responsabilidad moral de asegurar que las sociedades y los individuos actúen de acuerdo con estos principios éticos, y que las sociedades deben "avanzar" de ser menos éticas y justas a formas más éticas y justas.
Por supuesto, muchas clases de filósofos morales inmediatamente se opondrían diciendo que toda ética es la ética secular, en el sentido de que el razonamiento moral se entiende que se basa únicamente en la capacidad humana para la lógica, la razón y la intuición moral, y puede que el comportamiento ético sea cultivado y promovido de manera que la religión no tenga relación. En otras palabras, tenemos la costumbre de hacer juicios morales acerca de la validez y vigencia de prescripciones éticas con base religiosa. Para los filósofos morales más académicos, la distinción entre la ética y la ética secular es redundante.
Pero este tipo de objeciones, por perfectamente válidas que sean, distraen la atención de la esencia hacia donde el Dalai Lama está apuntando; ni su suposición implica necesariamente que una aproximación al desarrollo de "valores internos" sólo sea adecuada en la medida en que pueda ser universalizada. Su afirmación es mucho más humilde, sencilla, y tiene que ver con la capacidad humana innata de recibir, experimentar, y transmitir compasión. Debido a esta capacidad innata, hay al menos un sentido en el que podemos sacar algunas conclusiones acerca de la relación entre la compasión y la comprensión universal (o por lo menos, amplia) de la conducta ética.
El líder espiritual budista tibetano en realidad anticipa una visión bastante aristotélica de la moralidad; cuando dice que “la ética no consiste tanto de reglas que obedecer; sino de principios para la autorregulación interna, para promover aquellos aspectos de nuestra naturaleza que reconocemos como propicios para nuestro propio bienestar y el de los demás.” Este es un ejemplo del viejo (pero todavía buen) vino en botellas nuevas. Hace más de dos mil años atrás, grabado en los trabajos sobre la filosofía moral que es más conocido como- la Ética Nicomáquea- Aristóteles amplía sobre el tema de la bondad moral, y sobre todo en la idea de las virtudes morales que, “como la artesanía, se adquiere por la práctica y por la habituación.”
Aristóteles afirma que las virtudes morales son adquiridas sólo por su ejercicio, por lo que infunde la imagen de la moralidad como irreductiblemente activa, cont extualizada dentro de la práctica cuidadosamente calibrada, de las relaciones humanas dentro de una comunidad social y política específica; en lugar de únicamente al producto de la moral independiente razonamiento o análisis crítico. Llegamos a ser, según sus palabras, “sólo mediante la realización de actos justos, templados por la realización de los templados, valientes mediante la realización de los valientes.”
Ciertamente hay un profundo desacuerdo sobre la forma de proceder con la tarea de señalar “aquellos aspectos de nuestra naturaleza que reconocemos como propicios para nuestro propio bienestar y el de los demás.” Aristóteles tendría un nombre diferente para esos aspectos: las virtudes. En su mente, el buen ciudadano procede a través de la vida en un estado de funcionamiento continuo de las virtudes. ¿Cuáles? Él parece centrarse sobre todo, entre algunas otras en la generosidad, la justicia, la templanza, la paciencia y la amabilidad. Su Santidad, por otro lado, se ha cimentado cómodamente en la compasión como base para una ética secular.
El Dalai Lama también pasa a distinguir entre dos niveles de compasión. El primero es el “nivel biológico”, por lo que él se refiere a los tipos de comportamientos instintivos de crianza que los mamíferos tienden a demostrar a sus hijos, a los parientes cercanos y a los grupos sociales. El segundo es “un nivel avanzado, que tiene que ser cultivado deliberadamente.” Este segundo nivel de compasión se adquiere como un arte, a través de la práctica y la habituación.
En un blog, la científica oficial superior del “Mind and Life”, Wendy Hasenkamp, discutió alguna evidencia empírica que indica que ciertos tipos de prácticas contemplativas puede incrementar el comportamiento compasivo. Sí, aunque todavía existe un desacuerdo fundamental filosófico acerca de lo que constituye la “compasión” y el “comportamiento.” Sin embargo, estos estudios son, sin embargo prometedores: nos muestran que el involucrarse en prácticas relativamente simples, conduce a cambios concretos y medibles en la bondad y en la cálida compasión -- algo que Aristóteles, e incluso los filósofos más moralistas, probablemente podrían dejar atrás.
-Tom Rocha
Asociado del Programa e Investigador
Traducido al español por Lorena Wong.
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