Por John Halpern y María Sliwa
The Huffington Post
9 de Julio de 2012
Los restos carbonizados de muchos autoinmolados han sido dispuestos sin contemplaciones por la policía china local, según los informes. Se ha informado que decenas de tibetanos han cometido autoinmolación en protesta contra lo que ellos dicen son las atrocidades cada vez mayores cometidas por China. ¿Qué había en la mente de estos tibetanos que provocó que se prendieran fuego? ¿Fueron estos los actos finales de frustración, desesperación y desafío, como dicen los tibetanos? O ¿fueron actos traicioneros de perpetradores políticos, como los oficiales chinos alegan?
Si estas autoinmolaciones se intentan como el rechazo en última instancia al control chino, un grito por la independencia y una declaración de derechos humanos, ¿qué implica esto para el mundo exterior? Y ¿qué puede significar para nosotros?
Al menos 41 tibetanos se han prendido fuego desde el 27 de febrero de 2009, y 31 han muerto, según la Campaña Internacional por el Tíbet (ICT, por sus siglas en inglés), un grupo de defensa, en Washington. Si estos actos nacieron de la desesperación extrema, habiendo agotado todos los medios de oración, petición o protesta, ¿qué más puede ser nuestra respuesta que una inmensa tristeza y compasión?
Pasando la batuta
En un artículo previo, publicado en The Huffington Post, John Halpern examinó las motivaciones en los corazones y las mentes de los resueltos Hunger Strikers at the United Nations (huelguistas de hambre ante las Naciones Unidas) y el impacto que el fenómeno de la autoinmolación está teniendo en una deseada “Primavera Budista en el Tíbet”. La huelga terminó después de las promesas que fueron hechas por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra.
El artículo de Halpern también trazó los límites donde la religión se convierte en política y donde las políticas de una nación se transfieren al gran dominio de las iniciativas internacionales humanitarias, la intervención y la acción.
En el centro de estos sucesos mundiales y de esta historia, está el florecimiento de una “cultura de activismo”, un tema raramente tratado pero vital. Esta fuerza no gubernamental, iniciada independientemente por comunidades, a nivel internacional y funcionando dentro de los límites legales (o no), desafía las fronteras de la libertad de expresión, asamblea, manifestación, las libertades y los derechos civiles.
Lo más importante, el legado de los autoinmolados tibetanos deja detrás algunas cuestiones misteriosas y delicadas sobre la religión y su relación con el activismo:
· ¿Cuál es, si lo hay, el componente religioso del suicidio, dadas las circunstancias?
· ¿Es el acto una blasfemia?
· Cuando la libertad religiosa está terminada y el último acto es el suicidio, si la mente de la víctima es de una naturaleza altruista y compasiva (aunque desesperada y desafiante), ¿puede la autoinmolación ser considerada un acto espiritual?
Los suicidios tibetanos, ya sea por una motivación religiosa, espiritual o política o alguna combinación de las tres, ocurren después de 60 años de ocupación china. Ellos también ocurren en un tiempo de la historia cuando el activismo instantáneo y la comunicación internacional son posibles donde quiera que un teléfono celular esté al alcance.
Sin embargo a pesar de la tecnología moderna, la historia revela que la guerra, las invasiones y las cruzadas a menudo resultan en la derrota de una cultura entera, sin importar las contribuciones y dones que esa cultura haya hecho para una civilización humana más noble. Para los tibetanos, los suicidios de sus monjas, monjes y compatriotas no son en vano. Ellos son un grito, literal y simbólicamente, por independencia, libertad y supervivencia cultural. En contraste, si la revolución cultural de Mao Tse Tung implícitamente intentó extinguir la religión del Tíbet, y la fuente de su identidad y cultura, entonces las autoinmolaciones podrían significar que el Tíbet, como lo conocemos, está muriendo.
Fomentar la autoinmolación con propósitos políticos sería visto como nihilista, desde un punto de vista budista tibetano. Pero honrar los sacrificios y politizarlos es un paso de batuta, espiritual y moralmente, a través de la evocación de su memoria y vidas; y pragmáticamente, proyectando las autoinmolaciones en el ámbito activista y humanitario.
En este momento, Su Santidad el Dalai Lama, cuyo credo “Mi religión es la bondad”, consiguió un estatus de cartelera publicitaria después de su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz de 1989, se niega a comentar. Él ya no se considera más un portavoz del Tíbet, desde su renuncia a su cargo político del 16 de marzo de 2011.
La candidata al Senado de los Estados Unidos, Tammy Baldwin aplaudió su decisión. “En un tiempo en el que los déspotas se apegan al poder, al tiempo que sus pueblos ansían la democracia, la cesión voluntaria del poder por parte del Dalai Lama es un tributo a su visión de satisfacer las aspiraciones del pueblo tibetano, y deberían inspirar a otros alrededor del mundo”, dijo Baldwin.
Como resultado, los tibetanos están hablando ahora por ellos mismos. Ya que el Dalai Lama les ha pasado el mando, ¿hay una correlación entre su autoabsolución de su cargo y las autoinmolaciones? La conexión es tangible. Después de seis décadas de ocupación china, el criticismo, la especulación y el rechazo de las políticas del gobierno tibetano en el exilio, dentro de la comunidad tibetana, ha estado estallando en muchas formas. Sin embargo, mientras los tibetanos deliberan y debaten estos temas dentro de su comunidad, el activismo del mundo por la causa tibetana ha movilizado a millones, tibetanos y no tibetanos.
“Estamos sumando nuestras voces en apoyo de los derechos fundamentales del pueblo tibetano en este tiempo crítico. El gobierno chino debe inmediata e incondicionalmente liberar a todos los prisioneros políticos”, dijo Laima Andrikiene, una miembro de extenso servicio en el Subcomité de Derechos Humanos del Parlamento Europeo. “La persecución de los tibetanos por sus legítimas demandas de libertad religiosa y de sus derechos fundamentales no es solo una contradicción con los principios de humanidad, sino que es una clara violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.
Activismo y Transformación
No perjudica a este movimiento el haber tenido al Dalai Lama, una personalidad favorecida por las celebridades y un ícono de la cultura pop, como defensor de su causa por 60 años hasta su estratégica renuncia en marzo de 2011.
Además, es un hecho poco conocido de que la diáspora tibetana entera, fuera de los límites de China, cuenta solo con 200.000. Pensemos en eso. Solo 200.000 han montado una formidable campaña internacional para la supervivencia de su cultura contra la destacada súper potencia china.
Desde el 21 de febrero al 22 de marzo de este año, cuatro tibetanos (tres laicos y un lama) se sentaron en vigilia fuera de las Naciones Unidas y estuvieron ayunando hasta la muerte contra las atrocidades. Seis de los ocho mil residentes tibetanos de la región de Nueva York se unieron en un mitin el 10 de marzo para conmemorar el levantamiento de Lhasa de 1959, en Tíbet. Numerosas manifestaciones de tipo “teatro político” ocurrieron en India, a través de los Estados Unidos, Canadá y otros lugares, transformando tácticas de Greenpeace, de los manuales de los activistas de Occupy Wall Street, en un nuevo léxico de protesta dramática de los tibetanos oprimidos post China.
Las cartas y llamadas inundaron las nuevas salas de las oficinas de Derechos Humanos de la ONU tanto en Nueva York como en Ginebra. La celebridad y activista Richard Gere hizo una visita a los huelguistas. La prensa lentamente elevó su cabeza e informó. Los huelguistas de hambre oficialmente pusieron fin a su huelga luego de declaraciones públicas de Kofi Annan y de la directa intervención de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos (OHCHR, por sus siglas en inglés), con una visita oficial a los huelguistas por parte de dos representantes que llevaron una carta personal de la jefa de Derechos Humanos, Navi Pillay. Una botella de jugo de naranja y la promesa de investigar las atrocidades en el Tíbet fueron ofrecidas a los huelguistas en ese momento. Todas estas actividades parecen ocurrir en un modo concertado y focalizado. Nunca antes la causa tibetana había conseguido tal profundidad en las Naciones Unidas. ¿Se estaba haciendo la historia?
Cuando se preguntó sobre el progreso hecho con China desde la carta de Pillay, Chistine Chung, funcionaria del programa de la OHCHR, envió la siguiente respuesta en un mail fechado el 6 de junio:
Los Procedimientos Especiales son mecanismos establecidos por el Consejo de Derechos Humanos para investigar los asuntos de derechos humanos. Los mandatos de procedimientos especiales son establecidos y definidos por la resolución que los crea. Los titulares de mandatos de los procedimientos especiales cumplirán sus funciones a título personal. El estatus independiente del titular del mandato es crucial en orden de ser capaz de cumplir sus funciones con total imparcialidad. Ellos hacen pedidos de invitaciones para visitar los países y son los países los que pueden emitir estas invitaciones. El Alto Comisionado sigue muy preocupado sobre los sucesos en las áreas tibetanas de China.
Intervención en Suiza
Una intervención por el Tíbet ocurrió durante la reunión anual del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza, el 3 de julio, ante el Relator Especial Mutuma Ruteere. Para iniciar una investigación formal dentro de un país como China, Darfur, Sudan, Bosnia, etc., donde son informadas reputadas violaciones a los derechos humanos, atrocidades, genocidios y torturas, las medidas oficiales llamadas “mecanismos” deben ser tomadas tanto fuera, por petición a la ONU y oficialmente dentro de la ONU. Cada protesta o manifestación, cada petición telefónica, informe de noticias, carta personal u otra declaración de una violación es grabada y es un instrumento para movilizar la acción del Alto Comisionado para una investigación. Finalmente, depende del país en cuestión el permitir el acceso de un relator como Ruteere. El país en cuestión, en este caso es China. De acuerdo a su carta y nuestra investigación de seguimiento, la OHCHR ha pedido la cooperación de China. ¿Qué hará China?
Feliz cumpleaños Dalai Lama
Han pasado 51 años* desde que el Dalai Lama dejó la frontera de Tíbet, junto con 2000 de sus seguidores. Él nunca ha vuelto. Este mes está celebrando su 77º cumpleaños. Ya sea retirado o no, en la medida que el Dalai Lama se hace mayor y su generación comienza a morir, la situación límite de su pueblo y su cultura pesa mucho en la balanza.
Admitiendo que las políticas del Tíbet y las condiciones hacia su pueblo (pre 1959) eran “feudales” y que “era necesario un cambio”, el Dalai Lama ve algunos beneficios que el budismo y la cultura tibetanos han llevado al mundo exterior. “Por lo tanto, los acontecimientos negativos y desafortunados trajeron beneficio a estos pueblos. Ahora, en realidad no como una religión sino como una filosofía, parece que algunos científicos, especialmente en el campo del cerebro o de la psicología humana, o científicos que trabajan en el campo de las emociones humanas, parece que en ese campo, el budismo tibetano tiene algún potencial para ayudarlos. Y nosotros también podemos aprender de sus investigaciones, experimentos y explicaciones” dice el Dalai Lama en el film “Talking with the Dalai Lama” (Conversando con el Dalai Lama).
Pero mientras él entra en su 78º año, China está construyendo una serie de presas enormes, desviando los tres ríos mayores del Tíbet que alimentan a India, Bangladesh y a billones en las tierras del sudeste asiático, para suministrar agua y energía eléctrica a las ciudades más grandes de China. En adición a la devastación de la alta meseta de los Himalayas y su ya rápido derretimiento de los glaciares, las consecuencias sobre la vida nómade tibetana y sobre su fauna y su flora son mortales.
¿Podrán los activistas del siglo XXI y su tecnología tener éxito en suplantar los derechos humanos y las violaciones ambientales en China?
Cuando la Política se Convierte en Meditación
Mezclar la política con la religión, como el budismo tibetano instruye, es considerado un obstáculo para el camino de la liberación y el desapego de los asuntos mundanos. Sin embargo, una avanzada meditación tibetana llamadatonglen (intercambio) señala que el sufrimiento de los otros (nuestros parientes en vidas previas) no es otro que nuestro propio sufrimiento. El objetivo de esta meditación es la relación que todas las criaturas vivientes tienen y el compasivo intercambio del dolor de los otros con nuestra preciada alegría. ¿Cómo cuenta el tonglen en el caso de los autoinmolados del Tíbet?
¿Cuál es el punto de inflexión donde la empatía se transfiere a la política y el activismo, y la meditación se convierte en acción?
¿Considerarían los budistas sacrílego tomar acciones que obstruyan las violaciones a los derechos humanos y a la destrucción ecológica del Tíbet?
Ya sea que sintamos que la autoinmolación es una mala o una buena idea, ya si creemos que sea algo espiritual o profano, las condiciones y políticas donde están proliferando en China son inhumanas e irreflexivas.
El futuro del Tíbet, su gente y su cultura, están en el cadalso. -
John Halpern es un artista y director de documentales con residencia en Nueva York. Sus películas “Refuge” y “Talking with the Dalai Lama” exploran los viajes culturales del Oriente y Occidente y la evolución del budismo en la cultura popular occidental.
María Sliwa es una profesora adjunta en el Instituto de Periodismo Arthur L.Carter, de la Universidad de Nueva York y en la Escuela de Graduados en Periodismo de la Universidad de Columbia. Ella es la fundadora de Freedom Now News, un servicio de noticias sobre derechos humanos.-
N.del T.: * 53 años
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