lunes, 30 de diciembre de 2013

Laogai

Laogai, la abreviatura de Laodong Gaizao que significa reforma por el trabajo (traducido habitualmente como re educación por el trabajo), es el lema del sistema de justicia chino y se usa para referirse al uso de trabajos forzosos en las prisiones de la República Popular China y, por extensión, a los lugares donde ocurre.

Se estima que en los últimos 50 años más de 50 millones de personas han pasado por los campos del Laogai.

Origen y evolución del sistema

El sistema laogai se distingue del laojiao, o re educación mediante el trabajo (que es la detención administrativa de una persona que no se considera un delincuente pero ha cometido delitos menores) y se destina a la reforma de los detenidos en ciudadanos respetuosos de la ley.

Las personas detenidas bajo el laojiao están detenidas en instalaciones diferentes a las del sistema penitenciario general de laogai. Ambos sistemas, sin embargo, implican mano de obra penal.

Durante la década de 1960, las cárceles chinas, se llenaron de presos acusados de ser críticos con el gobierno o de contrarrevolucionarios, fueron organizadas como fábricas. Al comenzar los 80 se liberó a mucha gente arrestada por razones políticas o religiosas gracias a las reformas de Deng Xiaoping. China, de 1997, revisado El Código de Procedimiento Penal revisado en 1997 puso fin a la política oficial laogai, pero algunas cárceles en la República Autónoma del Tíbet y en la provincia de Qinghai siguen la práctica del trabajo forzoso como una continuación del laogai.

Se ha denunciado que las prisiones chinas producen los artículos que se venden en países extranjeros, cuyos beneficios van al gobierno. Los productos son de todo tipo, desde té verde a motores industriales o carbón de minas.

Sin embargo, estos productos son una cantidad insignificante en la cuenta de exportación de China, y se ha argumentado que el trabajo en prisión no es en sí mismo una violación de los derechos humanos, y que los motivos por los que la mayoría de presos en cárceles chinas están allí también son crímenes fuera de China.

Los países occidentales perciben la violación de derechos humanos se centra en los detenidos por cuestiones políticas o religiosas, tales como los dirigentes religiosos que no acatan a la Iglesia Nacional, vigilada por el estado.

El cambio significativo del modelo del socialismo a un sistema con más elementos comunes de una economía capitalista (como son los recaudos de impuestos y otros gravámenes impositivos); ha reducido las transferencias a los gobiernos locales, aumentando la presión para que estos procuren suplir su renta usando el trabajo de las prisiones.

Como los presos no son una buena mano de obra y los artículos producidos son de calidad extremadamente baja, lo que los hace invendibles en competencia con los hechos por trabajadores pagados. Por otra parte se alega que el trabajo en las prisiones ha mejorado considerablemente las condiciones de los presos, porque los guardas han descubierto que si están bien tratados son más productivos.

Una visión interna de la época comprendida entre 1950 y 1990 está en los libros de Harry Wu, como Troublemaker y Laogai. Wu pasó casi toda su vida de adulto como preso en estos campos por criticar al gobierno cuando era estudiante universitario. Estuvo al borde de la muerte en varias ocasiones pero consiguió escapar a Estados Unidos.

Sus críticos alegan que desconoce el actual papel del trabajo forzoso en las prisiones chinas y que no hace caso de los enormes cambios que han ocurrido en China desde entonces.

Sus partidarios precisan que Wu volvió a su país natal en los años 90, que investigó campos de trabajo y que comprobó que poco había cambiado; fue arrestado de nuevo, pero le liberaron gracias a las presiones de políticos estadounidenses.
Traducción: pepito grillo.

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